Una anécdota cuenta que después de una fuerte tormenta, un árbol frondoso y centenario cedió y cayó quedando con las raíces de fuera, casi al instante un leñador que andaba cerca en el bosque llegó y comenzó a cortar la madera. Era tan grande el árbol que aquel leñador necesitó de la ayuda de sus compañeros y después de obtener la mayor parte del árbol, quedó solo la parte baja del tronco junto a las raíces. La llevó a su casa, y por mucho tiempo permaneció en el patio bajo el sol y la lluvia. Un día pasó un hombre y vio aquel tronco y preguntó al leñador si estaba en venta, el leñador con tal de deshacerse de él lo regaló. En ese mismo momento aquel hombre pidió que le llevaran ese tronco a su casa y agradeció al leñador por el gentil regalo. Ese hombre era un importante escultor. Al tener aquel rústico tronco en su casa, comenzó a tallarlo y esculpirlo, tardó días y logró hacer una hermosa obra de arte que alcanzó un valor de venta impensable.
Él escultor vio más allá de lo que todos podían ver en aquel pedazo de madera, vio lo que podía llegar a ser después de transformarlo: una obra perfecta.
Como en esta ilustración, Dios quiere transformarnos. Dios quiere hacer grandes cosas con nosotros, pero para que Él pueda lograr esto, es necesario que nosotros queramos. Es necesario hacer una entrega completa a Dios.
Tenemos que recordar que Dios ha visto en nosotros algo que nadie ha podido ver. Él conoce lo que puedes llegar a ser. Al enviar su hijo a dar su vida por nosotros nos mostró el verdadero valor que tenemos. Valemos la sangre del Hijo de Dios, Jesús pagó en aquella cruz todo por nosotros y con su gracia nos sigue perfeccionando diariamente hasta hacer su mayor obra de arte en nuestras vidas.
Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva. Filipenses 1:6 NTV
Dios quiere transformarnos. Pero necesita que nosotros también queramos lo mismo.
Dios no nos puede obligar a aceptar su providencia. Él quiere ser el escultor que trabaje en nuestras vidas, que les dé forma, una forma que nadie más ha imaginado. Y nos hace ese llamado que está en Isaías 1:18, Vengan, platiquemos, pongámonos de acuerdo.
¿Cuál es nuestra respuesta? ¿Cómo contestamos?
Dios desea que entreguemos nuestra vida por completo. Que dejemos todo aquello que nos estorba, lo que nos distrae de tener una relación con Él, y que dejemos que Él continúe su obra en nosotros.

3 comments
Buenísimo el mensaje. Gracias Rudy por tremenda invitación. Ojalá todos hagamos ese compromiso y dejemos de lado todo eso que nos estorba.
Gracias por tu liderazgo.
Así como el árbol, existen personas muy duras, que puede tratarse de uno mismo, orar con fervor y pedir sabiduría del cielo, para continuar en la transformación de nuestro carácter semejante a Cristo Jesús.
Ante sus ojos somos la escultura más hermosa, fina y de gran valor. No hay porqué sentirnos menos, aun cuando estemos tirados, bajo el sol, la lluvia, llenos de polvo y sucios. Tan solo hay que dejar que Él haga la buena obra en nosotros, para llegar a ser una joya. ¡Gracias por la reflexión hermano!